miércoles, septiembre 27, 2006

Formas de ver la botella

Cada día llega a Canarias un centenar de inmigrantes irregulares desde Africa. De ellos, cada día se derivan a los hospitales para su atención sanitaria, 6-8 personas, de los cuales, al menos 1 debe permanecer ingresado más de 48 horas.

Ahora, mi querido lector, lea la siguiente información y ordénela mentalmente de más a menos alarmante:

1. Miles de inmigrantes ilegales ocupan los servicios sanitarios de la Isla a lo largo de 2006
2. Casi 400 camas hospitalarias han sido ocupadas por inmigrantes ilegales en este año
3. El 95% de los inmigrantes llega en buen estado de salud
4. Menos del 1% de todos los inmigrantes necesita un ingreso hospitalario
5. La atención a los inmigrantes en los hospitales supone menos del 0'5% de la presión de Urgencias
6. El gasto sanitario generado por los inmigrantes irregulares al SCS supone menos del 1 por mil del presupuesto anual, y es, comparativamente, 50 veces inferior al que generan los inmigrantes "legales" que proceden de otros países de la Unión Europea y Sudamérica; inmigrantes que, como ellos, tampoco han contribuido a la Seguridad Social de este país.

...Y, lo peor, es que todas son (probablemente) verdad

jueves, septiembre 21, 2006

¿Qué habrá sido de...?

- ... el barco noruego aquél que iba a reflotar el Prestige?

-... el capitán Apostolos Mangouras, o algo así, aquel chipriota que sirvió de cabeza de turco del hundimiento del petrolero de los hilillos de plastilina?

-... Exuperancia Rapú? (no me digas que no te acuerdas de
quién era)

-... Eliancito, ahora que su abuelo adoptivo va con la proa al marisco?

-... el fotógrafo de la foto de las Azores? (coño, que todo el mundo se acuerda de Korda y su foto del Che, y este tío, al menos, va a salir mejor parado que los fotografiados...)

-... la Mirinda de naranja, en botella de cristal?

martes, septiembre 12, 2006

Vamos a contar mentiras, tralará...

Como resulta que me aburro mogollón, y estos calores sólo consiguen hacerme hervir la sesera, no se me ha ocurrido mejor idea que descargarme las solicitudes de patente de aplicación de la glicina y el aspártico, presentadas por el inefable profesor Meléndez en los USA de allá, y leérmelas con calma y detalle. ¡Pa qué lo habré hecho, Dios mío!.


Premisa básica para entender el siguiente despiece: NO SE TRATA DE UN ARTÍCULO CIENTÍFICO, ni pretende serlo, porque de lo que se trata es de solicitar una patente industrial, no de reseñar un avance científico. Por tanto, no esperemos la estructura habitual en un artículo de este tipo (introducción, material y métodos, resultados, conclusiones y bibliografía empleada), sino más bien una disertación amplia sobre las bondades del producto a patentar, y los precedentes que existen en la misma Oficina de Patentes al respecto. Pasen y lean: el asunto no tiene desperdicio.


“...the key to my treatments being based on the hypothesis that dietary changes can influence designated metabolic processes so as to rectify any deficiencies that they may have. Numerous clinical results are presented herein which attest to the effectiveness of my treatment methods.” Ergo, son tratamientos y se han englobado dentro de un estudio clínico. ¿No decía que eso no era cierto?


[Del párrafo 8] “Glycine has gained some popularity in recent years in the ever-expanding "diet supplement" industry as an orally administered substance which its manufacturers claim, advertise and promote as being helpful in addressing an assortment of health issues. However, it should be noted that none of these claims, like those for many other substances in the "diet supplement" industry, are as yet supported by extensive medical research or clinical trials. The claims include, for glycine consumption rates generally recommended in the range of 0.5 to 1.0 grams/day, the benefits of: (a) promotion of deeper sleep, (b) adult memory retention, (c) supporting healthy functioning of the kidneys, liver and nervous system, and (d) development of a strong immune system,”. Curioso: precisamente son esas aplicaciones las que están sustentadas por estudios exerimentales, localizables en cualquier búsqueda bibliográfica al respecto.


Los párrafos 9 al 17 se dedican a una revisión de las patentes ya aprobadas de uso de la glicina con finalidad terapéutica. La idea parece ser: si ya han aprobado estas aplicaciones, ¿por qué no aprobar las mías? Lo verdaderamente llamativo es que las aplicaciones ya aprobadas son básicamente las mismas que ahora pretende aprobar, con la diferencia de la dosis. Ni una sola referencia a bibliografía científica; no la necesita para lo que pretende.


Los párrafos 24 a 26 son para enmarcarlos. Básicamente, extiende el objeto de aplicación de la patente, no sólo a las “aplicaciones” actuales en humanos, sino también a las “aplicaciones” en animales, e incluso aplicaciones ¡futuras!, aún no “demostradas”, ni siquiera “probadas” según su revolucionario “método científico”. Yo, es que me parto toíto.


El párrafo 30 es muy revelador en algunos aspectos: “(...)administering step involves daily introducing into the subject's body glycine at a rate in the range of 0.1 to 0.7 g/Kg of the subject's body weight”. ¡Acabáramos! Al fin disponemos de la dosis terapéutica de la glicina. Eso sí: no se especifica el método empleado para su cálculo (eso se deja para más adelante; es conveniente estar bien sentado en un sillón de respaldo ancho cuando lo leas…). Tampoco se explicita si esa dosis está calculada para el peso real del sujeto, el peso ideal o el peso de su masa magra (algo lógico, si de lo que se trata es de reponer un déficit de un aminoácido cuyo pool está constituido, precisamente, por dicha masa magra). El asunto no es menor: para un sujeto de 1’70 y 130 Kg de peso, con un 15% de masa magra, la dosis de glicina oscilaría entre los 2 y los 92 gramos diarios. No está nada mal…


Sin embargo, lo que más me preocupa de este párrafo es algo que algunos ya temíamos: “…introduciendo en el cuerpo de uno…”. Es decir: Meléndez no renuncia a seguir dando por culo (esta vez, literalmente) con sus dichosos polvos. ¡Madre mía, la que se nos viene encima!.


Bien: pongámonos serios, porque vienen los párrafos 42 a 46, equivalentes al “material y métodos” de una publicación científica (con perdón para las publicaciones científicas).


Reto, a cualquiera de los posibles lectores que tengan que ver con cualquier tipo de producción científica, a enviar un manuscrito para su publicación en una revista científica con el apartado Material y Métodos, redactado en términos similares a éstos: “ Para probar mi hipótesis, he cogido a un grupo de personas que me pareció oportuno, con las más variadas enfermedades, que dividí básicamente en dos grupos: muy enfermos y menos enfermos. A todos les di la misma dosis del producto a testar, que consiste mayormente en una cucharada cumplidita de polvo dos veces al día. Algunos dejaron la medicación que tomaban y otros no, y todos ellos me dijeron que me contarían lo que les pasara”. Bueno: pues algo así es lo que emplea Meléndez para explicar el cálculo de la dosis eficaz de glicina y su diseño “experimental”. Ni Pepe Gotera y Otilio hubieran hecho una randomización y homogeneización de grupos más eficaz, desde luego.


Y no es que la cosa mejore a la hora de describir los resultados del tratamiento (párrafos 47 y siguientes). Es de destacar el hincapié que hace al relatar que el dolor en los pacientes con artrosis reaparece con la supresión del tratamiento o la reducción de la dosis: está señalando que se trata de un tratamiento crónico, igual que los tratamiento convencionales con antiinflamatorios; eso sí, sin los efectos secundarios gástricos de los mismos (de hecho, según dice, sin ningún efecto secundario. Alguien me explicó una vez que cualquier sustancia cuyo rango terapéutico sea de varios órdenes logarítmicos, esté indicado para multitud de problemas variopintos y no tenga efectos secundarios de ningún tipo, muy probablemente sea absolutamente ineficaz). Particularmente patético resulta el recurso al caso anecdótico en los párrafos 62, 75 y 78, algo muy típico de los “productos milagro”, como todo el mundo sabe.


Hasta aquí, un somero análisis de los primeros 90 párrafos de los 154 que componen la parte esesncial de esta solicitud de patente. En cuanto pueda, me meteré a analizar los otros 64, sin duda tan enjundiosos como los anteriores. ¡Que Uds. lo digieran bien!