sábado, febrero 24, 2007

(Des)montando el escenario

Como mi habitual nido de pullas (cibern-ethica.blogalia.com) ha tenido que ir cerrando todas las entradas referidas al Prof. Enrique Meléndez-Hevia, no me ha quedado más remedio que... volver a escribir en mi propio blog. Si es que estoy de un vago que asusto.

Por no sé qué extraño motivo, tras un paréntesis de aparente calma, las aguas vuelven a revolverse en el caso de los factores de Meléndez. Sospecho que debe haber un trasfondo político, en el que unos y otros buscan la manera de rentabilizar el "affaire". Los partidarios de que un bioquímico sin experiencia en investigación clínica tupa a miles de enfermos con aminoácidos a mansalva, lo elevan a los altares y acusan a los críticos de ser elementos conspiradores, aliados de las compañías farmacéuticas malas-malíííísimas. Los que no pueden ver a Meléndez ni en una tabla de ouija, se hacen cruces con este escándalo y apelan a la conciencia crítica, el pensamiento cartesiano, la Ley y el Orden. Y en esas estamos.

Mientras tanto, Meléndez sigue sin publicar absolutamente nada sobre los usos terapéuticos de la glicina y el ácido aspártico; y ya va para 8 años: hasta yo escribo más en mi blog que él en publicaciones científicas. Eso sí: da conferencias en la Universidad de La Habana (pero no sobre sus factores), y vende botes de polvos; que ya se sabe que unos buenos polvos le sientan bien a cualquiera, y rentan más que una comunicación en Science.

Como me aburro un poco - a las 4 de la mañana -, me pongo a curiosear por ahí: ¿será verdad que los factores son nutrientes, y no medicamentos?. Hombre, ya la Agencia Española del Medicamento rechazó esta posibilidad para la glicina en el año 2000, y explicó en su informe que las indicaciones para las que se emplea según Meléndez, la convierten en medicamento. Hete aquí la gran paradoja que en su día señaló el malogrado Javier Corzo: si la glicina tiene efecto terapéutico, entonces es un medicamento, y debe ser tratado como tal; y si se considera un nutriente, entonces es que no tiene efecto terapéutico como dice Meléndez, y todo es mentira.

Claro que alguno me podrá decir - si es que ha escuchado alguna vez hablar al bioquímico - que las enfermedades que trata con los factores son, en realidad, enfermedades carenciales, que deben tratarse con estos suplementos nutricionales. ¡Ah, carajo!, Entonces, lo que debe aplicarse es la reglamentación sobre suplementos nutricionales... y es aquí donde los abogados nos meten en un jardín de difícil salida, porque la legislación en esta materia está "un pelín" dispersa. En cualquier caso, seguramente da igual: el IMC parece haber estado infringiendo cualquiera de las leyes que pudieran aplicársele en la consideración de nutrientes (que ya es bastante considerar).

Ni la Directiva 2002/46/CE del Parlamento Europeo y del Consejo, de 10 de junio de 2002, que regula la aproximación de las legislaciones de los Estados miembros en materia de complementos alimenticios (en especial, los considerandos 3,5,6 y 8, y los artículos 2, 5 y 6).

Ni la Directiva 2000/13/CE del mismo Parlamento Europeo de 20 de marzo de 2000, relativa al etiquetado, presentación y publicidad de los prodyctos alimenticios.

Ni el Real Decreto 1430/1997 de 15 de septiembre, relativo a los productos alimenticios destinados a ser utilizados en dietas para reducción de peso.

Ni el real Decreto 1091/2000 de 9 de junio, que hace referencia a la composición de alimentos dietéticos destinados a usos médicos eseciales (como las enfermedades carenciales).

Ni, por supuesto, las recomendaciones de la OMS y la FAO, recogidas en la Serie de Informes Técnicos de la OMS en 1985, sobre las cantidades máximas de nutrientes.

Ni... nada que puedas encontrar por ahí. Simplemente, se ha pasado el método científico, la metodología de la Ciencia, y presuntamente las leyes, justamente por ahí.

País de capullos/as. Dejemos trabajar al sabio polvero, y linchemos por SMS a Rafael Amargo y Belén Esteban, que nos perjudican mucho más la salud. Anda y que os den a todos.